“De todas las especies de flores asociadas a la tradición mexicana de día de muertos como son: la ‘flor piel de terciopelo’ o cresta de gallo, la moradita, la nube, la guietujul y la biruxi’, la siempreviva y hasta las blancas gladiolas, el cempasúchil como comúnmente se conoce, es icónica de día de muertos.

CEMPOALXÓCHITL, que en náhuatl significa veinte flor o xóchitl de cempoal, de veinte pétalos, es nombre que doy a mi obra. Es la reina de la fiesta de los idos como yo así la veo, la que está en el corazón de Xochipilli, el señor de las flores. Para finales de octubre, decimos que “ya huele a muertos”, las mariposas monarcas están llegando a su lugar de orígen en el bosque de oyameles de Angangueo, Michoacán, el humo negro del copal perfuma los mercados y todo México se viste de anaranjado cempasúchil.

Cempoalxóchitl representa la vida que nace de la muerte aludiendo al concepto de dualidad en el pensamiento mesoamericano. Sus etéreos pétalos naranja amarillos, aluden a las frágiles alas de mariposas y su corola guarda el calor de los rayos del sol y la luz que alumbra el camino de los recién fallecidos en su tránsito a la mar de la vida eterna. En día de muertos, cada cempasúchil busca a su difunto y evocando al sol, ilumina su camino, abre sus pétalos, vuela por el aire, dibuja, baila y en calendario ritual, año tras año, le da vida a la muerte.

Allí, donde el zenzontle canta en 400 voces y el chocolate es de agua y lleva flores, las mariposas migrantes siempre regresan, regresan tambien las almas de los fieles difuntos para disfrutar los colores y sabores de la vida y convivir unos momentos en el mundo de los vivos. Así,  cada año, donde se entretejen la vida y la muerte a orillas del rio, iluminado por Cempoalxochitl, da comienzo la fiesta y ritual de Todos Santos, el Xantolo.

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